En este artículo me propongo enumerar las negligencias que con más frecuencias sufren madres y bebés en la atención al parto a partir de mi experiencia como activista en la defensa de los derechos de los pacientes y como abogada.
1. Inducción del parto
La inducción del parto es un procedimiento de alto riesgo porque puede provocar contracciones demasiado fuertes y demasiado seguidas que limitan el flujo de oxígeno al bebé. En cualquier mujer, pero especialmente en aquéllas con cesárea previa, puede provocar la rotura uterina. Con demasiada frecuencia se recomienda sin una indicación válida y sin informar a las embarazadas de los riesgos y las alternativas. A muchas mujeres que vienen a mi despacho les presentaron la inducción del parto como si fuera cosa de «coser y cantar», y con la seductora frase «así podrás ver a tu bebé pronto» obviaron informar sobre los riesgos.
2. Maniobra de Kristeller
Esta maniobra, que está desaconsejada por la Organización Mundial de la Salud y el Ministerio de Sanidad, consiste en empujar al feto, a través del vientre de la madre, con el brazo o el antebrazo. Puede causar traumatismos que van desde hematomas y dolor en las inserciones musculares y fractura de costillas de la madre hasta rotura del útero e inversión uterina, que a su vez puede desencadenar hemorragias graves y, en casos extremos, conducir a la extirpación del útero. En cuanto al bebé, también puede producirle traumatismos y lesiones como las del plexo braquial, que provocan la parálisis de Erb.
3. Administración de oxitocina sintética (Syntocinon)
Se trata de una hormona sintética utilizada para provocar (inducir) o acelerar los partos. A veces también se usa para “regular” la dinámica uterina. Está clasificada como medicamento de alto riesgo por el Instituto para el Uso Seguro del Medicamento. Provoca un aumento del dolor e intensidad de las contracciones que casi siempre obliga a utilizar analgesia epidural, con sus propios riesgos añadidos. En el prospecto y Ficha técnica del producto del Ministerio de Sanidad puede leerse la siguiente advertencia: “no use Syntocinon si Ud. tiene antecedentes de cesárea”. También se advierte de que hay que tener especial cuidado en mujeres con más de 35 años o gestaciones de más de 40 semanas. Puede provocar sufrimiento fetal, rotura uterina y la necesidad de acabar el parto mediante cesárea. Con demasiada frecuencia, se usa sin necesidad y sin informar ni pedir el consentimiento de la gestante.
4. Episiotomía
Consiste en cortar con tijera la piel, músculos, nervios y fascias que rodean la vagina. Hace años que la ciencia y la Organización Mundial de la Salud vienen advirtiendo de que no tiene los beneficios que se le suponían y sí muchos perjuicios para la salud de las mujeres: lesiona el suelo pélvico, causa dolor en las relaciones sexuales, puede producir una cicatriz fibrótica y dolorosa y, en casos en los quedan afectados los esfínteres anales, incontinencia. Es nuestra particular y muy occidental forma de mutilar genitalmente a las mujeres. Se la suele llamar un “cortecito limpio” para “ayudar” a nacer al bebé. Pero ni es limpio ni es una ayuda, como tampoco limpia ni purifica la amputación del clítoris de las niñas. Son numerosas las sentencias en la que se ha condenado a Servicios Públicos de Salud y profesionales privados por realizar esta práctica sin el consentimiento expreso y por escrito de la mujer.
5. Separación madre-hijo
El contacto piel con piel inmediato e ininterrumpido tras el nacimiento es esencial para la salud física y psíquica de madres y bebés. A veces, ese contacto es interferido con intervenciones que podrían realizarse sin separación o postponerse. El contacto piel con piel requiere un acompañamiento específico por parte de los asistentes, pues las consecuencias de no hacerlo pueden ser dramáticas.
6. Maniobra de Hamilton
Es un método de inducción del parto que consiste en realizar un tacto vaginal a la embarazada para despegar las membranas del cuello del útero. Es doloroso y puede desencadenar el parto en unas 24 horas. Como riesgos están la prematuridad iatrogénica (hacer que el bebé nazca antes de tiempo) o la rotura de las membranas y, consecuentemente, la necesidad de una inducción del parto con oxitocina sintética, cuyos riesgos ya mencioné anteriormente. El principal problema de esta intervención es que muchas veces se realiza sin que la mujer sepa qué le están haciendo y por qué.
7. Admisión prematura
Ingresar a una parturienta antes de tiempo es en sí mismo peligroso porque aumenta la probabilidad de que los asistentes recurran a métodos para inducir o acelerar el parto por motivos ajenos a la salud del bebé y de la madre, como la presión asistencial o el deseo de que el parto no se produzca en momentos inconvenientes como el fin de semana o la noche.
8. Alta prematura
Al mismo tiempo, mandar a una mujer embarazada que acude a urgencias a su casa sin una exploración cuidadosa de su malestar o inquietudes puede hacer, como en varios casos que he llevado, que se pierda la oportunidad de atender situaciones graves como la preeclampsia, la muerte intrauterina (por ejemplo, cuando el motivo es no notar los movimientos fetales), o el desprendimiento prematuro de placenta.
9. Falta de vigilancia del monitor
Especialmente en una inducción del parto, el bienestar fetal ha de monitorizarse estrictamente, porque pueden producirse eventos que obliguen a la suspensión inmediata de la perfusión de oxitocina sintética o a realizar una cesárea. Sin embargo, el exceso de confianza con el que algunos profesionales manejan las inducciones hace que eventos de falta de oxígeno pasen desapercibidos y se produzca sufrimiento fetal.
10. Cesárea innecesaria
La brevedad de este artículo no me permite extenderme como quisiera en un problema de salud de primer orden como es la llamada “epidemia de cesáreas”. Solo diré que, frente a su banalización, se trata de una cirugía mayor abdominal que multiplica por cuatro el riesgo de muerte materna y condiciona la vida reproductiva futura de la mujer y la salud del niño a lo largo de toda su vida. Por ello, igual que no debería dejar de hacerse ninguna cesárea necesaria, jamás deberían hacerse por interés, comodidad o falta de diligencia profesional.
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