Queridas mujeres que me llamáis a diario para preguntar si podéis hacer esto o lo otro frente a los médicos: para celebrar el 8 de marzo, me he decidido a escribir sobre la percepción de impotencia de las mujeres y la conveniencia de crear ritos de empoderamiento. Por eso, hoy me visto de Arzobispa (el traje de Papisa aún no me ha llegado) y os invisto del poder de hacer lo que os de la real gana siempre y en todo lugar. Si aun así alguna aún necesita pedir permiso, aquí estoy yo con mi traje nuevo para dárselo.
Porque el hombre médico tiene sus rituales de dominación, como quitar la ropa, eliminar los signos de identidad, ese primer acto de despersonalización, tumbar, dejar sin asideros, dar órdenes ¡Empuja, empuja! Exhibir todo ese material brillante y amenazador con el que abren, tiran y cortan. Porque usan diminutivos infantilizantes para dirigirse a las mujeres, crear una familiaridad no deseada, normalizar las situaciones de abuso para hacer imposible la resistencia, nosotras tenemos que inventar ritos de empoderamiento. No respetan la propiedad de nuestros cuerpos y nuestros hijos, la sociedad patriarcal se basa en el pacto original de los hombres para acceder al cuerpo de las mujeres si límites. Nosotras tenemos que pactar también, y ese pacto de protección es el feminismo. Hagamos la revolución feminista también en lo simbólico. A modo de contribución, este 8 de marzo me visto de arzobispa y solemnemente os bendigo y digo, por el poder que la Santa Diosa Poderosa me ha concedido, que sí, podéis.
¿Puedo negarme a que me induzcan el parto? Sí, puedes
¿Puedo negarme a que me pongan una vía? Sí, puedes
¿Puedo elegir la postura para dar a luz? Sí, puedes
¿Puedo llevarme la placenta? ¡Es tuya! Son ellos los que tendrían que preguntarse si se pueden llevar cualquier parte de tu cuerpo.
¿Puedo negarme a que se lleven a mi hijo? ¡Es tuyo! Son ellos los que tendrían que preguntarse si pueden llevarse a tu hijo.
No se si podré dar a luz por mí misma… Sí, puedes, las mujeres lo hacemos desde el principio de la humanidad, de hecho la humanidad depende de ello. Si hemos llegado hasta aquí es porque las mujeres parimos, no lo hacen los médicos ni los policías municipales que, cada vez que una mujer da a luz en el coche porque no le da tiempo a llegar al hospital, se hacen la foto con el bebé como si fuera fruto de su esfuerzo y no del de ella.
No sé si podré dar a luz en casa, el médico, mis padres, mi marido… Pero vamos a ver, jamía, quién va a dar a luz ¿Tú o ellos? Esta tontería de «estamos embarazados» tiene que llegar a su fin. Tu hijo es fruto del sexo y a los maridos nadie les dice cuando lo hacen que quizás «por el bien del niño», deberían consultarlo con un especialista. Nadie les dice «tú puedes tener sexo donde quieras, pero piensa en tu hijo». El mejor lugar para dar a luz es allí donde tú que pares te sientas segura. Si es en el Hospital, en el Hospital, si es en casa, en casa. Cada mujer y sólo cada mujer puede elegir dónde, cómo y con quién dar a luz. Suegros, maridos, cuñados, vecinos, médicos y opinólogos en general abstenerse de decidir por nosotras, por favor. Sí, puedes, puedes elegir dónde, cómo y con quién das a luz.
No se si podré dar el pecho. La mayoría de las mujeres puede amamantar, pero hay casos en los que no es posible y en este punto quiero honrar a las pocas madres a las que les pasa diciendo que sí, también, podéis criar muy bien a vuestro hijo sin dar el pecho.
Podéis todo. Si yo he llegado a Arzobispa, vosotras podéis llegar a donde queráis. Celebremos, este 8 de marzo, la muerte del patriarcado y arrojemos sus restos a la basura.