Una gran victoria jurídica frente a la violencia obstétrica

La semana del 8 de marzo de 2020 pasará a la historia por muchas razones. Una de ellas es la importante victoria de S.F.M. frente al Estado español en la O.N.U. por razón de la violencia sufrida en su parto y el desamparo legal al que se vio sometida por parte de la Administración Sanitaria primero y del sistema judicial después cuando se atrevió a denunciarlo.

Quiero agradecer a todas las compañeras que me han acompañado en este camino de una forma u otra, pero especialmente al grupo de abogadas expertas en Derecho Internacional con las que dimos el último paso. Gracias a Teresa Fernández Paredes, Paloma Torres López, Lucía Maravillas Martínez Losas, Marina Morla González e Isoke Tatiana Khemet. Sin vosotras, esto no hubiera sido posible.

El reconocimiento de la violencia sufrida en su proceso de parto supone una victoria jurídica que sienta precedente y que obliga al Estado a enfrentar esta realidad sin poder mirar para otro lado, pues la propia resolución insta a España a tomar medidas para erradicar la violencia obstétrica y, los dictámenes de la ONU, según indica el Tribunal Supremo en su Sentencia núm. 1263/2018, son vinculantes.

Quiero poner de relieve que ha sido un proceso de 11 años de trabajo durante los cuales los tribunales españoles no estuvieron a la altura. Finalmente se ha impuesto la verdad aunque haya habido que llegar tan lejos para reivindicarla.

En estos momentos, en los que la violencia obstétrica ha pasado, por fin, a ocupar la agenda de las organizaciones internacionales en materia de derechos humanos, me gustaría invitar a la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (S.E.G.O.) a reflexionar sobre su negativa a abordar esta realidad que sufrimos las mujeres y nuestros hijos, y que atraviesa el ejercicio de su profesión como ginecólogos y obstetras. Enfrentar la realidad significa reconocimiento y actuación, algo que, en tiempos de responsabilidad colectiva, es el mínimo que debemos esperar del conjunto de profesionales.

Dedico esta victoria jurídica y política a todas las activistas, matronas y peritos que nos han acompañado en cada proceso, y especialmente, a las mujeres que, tras sufrirlo en sus propias carnes, han decidido llamar a las puertas de la Justicia.