Violencia obstétrica: la camisa de fuerza química

Hace unas semanas tuve un juicio en el Tribunal Superior de Justicia de Valencia, Sala de lo Contencioso-Administrativo, en defensa de una mujer a la que se administró durante el parto una combinación de Dolantina y Haloperidol, el llamado “cóctel lítico”.

Se trata de dos potentes psicofármacos que, administrados de forma conjunta, se potencian el uno al otro. Estos medicamentos se indican por los psiquiatras en estados de agitación extrema, como el delirium tremens en enfermos alcohólicos. Su uso en mujeres sanas durante el parto carece completamente de indicación y es peligroso por su potencial para anular la voluntad de la persona. Funciona ‑explicó la perito psiquiatra Ibone Olza Fernández al Tribunal‑ como una auténtica camisa de fuerza química.

La Dolantina es un fármaco opiáceo derivado de la morfina que se utilizaba para aliviar el dolor en los partos antes del uso generalizado de la epidural. El Halopedirol es un antipsicótico convencional, neuroléptico, prescrito para manifestaciones de trastornos psicóticos, tratamiento de pacientes con esquizofrenia… En España, durante más de 40 años, ha sido utilizado para evitar las náuseas en los partos. Según una revisión realizada por Ana Polo Gutiérrez en el año 2011 «hay una grave carencia de datos clínicos de la eficacia y los efectos secundarios, además de que no se ha publicado ninguna revisión sobre su eficacia en la analgesia de los partos». La Dra. Olza, que ha investigado durante años la neurobiología del cerebro de las mujeres en el parto, fue contundente: «no hay justificación científica ni indicación alguna para su administración en el parto. De hecho, a día de hoy no es posible encontrar ningún documento con referencias científicas que avale su utilización. A pesar de que se dice que se suministra como antiemético (medicamento para evitar las náuseas), en la ficha técnica no está indicado para uso en el parto. Es un fármaco que se emplea en casos de psicosis, alucinaciones…»

Y, lo más grave, el cóctel lítico Dolantina-Haloperidol se administró sin informar a la afectada de lo que se le hacía, de sus beneficios, riesgos y consecuencias. Virginia tuvo una sensación muy desagradable y una anulación casi total que marcó profundamente su vivencia del parto. Hay muchos fragmentos que no recuerda y vivió con mucha extrañeza su conducta a partir del momento en que se le administraron esas sustancias.

La combinación de ambos fármacos ‑explicó Olza‑ genera un efecto muy grave en la química cerebral, produciendo una sedación, originando posibles efectos adversos muy potentes en los pacientes, y sobre todo, tiene como resultado principal la anulación completa de la voluntad de la mujer. En este sentido, la víctima del caso de Valencia relata una sensación de perplejidad, desorientación, desconexión con su cuerpo y total incomprensión de lo que estaba sucediendo en su parto. Esto tiene unas consecuencias psicológicas muy graves para las madres.

En cuanto a los recién nacidos, «todavía no existen estudios que revelen las posibles consecuencias que genera la administración de estos fármacos a largo plazo, sin embargo, de entrada es preocupante suministrar un fármaco neuroléptico, que es igualmente bloqueante de receptores de dopamina, a un bebé en el momento de su nacimiento. El uso del Halopedirol en los partos es algo insólito, sólo sucede en España, y es gravísimo que se siga administrando a las parturientas un fármaco que se emplea en casos de intoxicaciones etílicas o por cocaína», dijo Olza, que colabora con la Organización Mundial de la Salud en la mejora de la atención maternoinfantil.

El estudio de Ana Polo Gutiérrez al que he hecho referencia recoge varios testimonios de profesionales de la salud de entre los cuales reproduzco a continuación algunos especialmente impactantes.

Ginecóloga C. P. CCAA Aragón

«Era el recurso perfecto para las “descontroladas”. Yo pasé a la residencia dando la mano a mujeres “descontroladas” para no drogarlas. Y recuerdo aún mucho la sensación de hacer eso y más, de acompañamiento empático. Pero a escondidas, a veces, y delante de compañeros que se reían de mí»

Matrona C.P CCAA Madrid

«En el hospital se suele utilizar el cóctel para las mujeres prodrómicas y para las inducciones durante la noche. Mi experiencia es que las mujeres que están asustadas les sienta fatal, lo que se conoce como “un mal viaje” entre los consumidores de drogas. El bebé cuando nace está deprimido y le cuesta trabajo adaptarse, pero funciona pocas veces. Siempre lo pauta el ginecólogo, aunque algunas compañeras lo administran por su cuenta y luego lo pautan los médicos para que conste en la Historia clínica».

Matrona A.J.

«Con este cóctel las mujeres perdían la conciencia de la realidad del momento y el dolor no se les quitaba, había gines que les añadían Valium. Se calmaban un ratito, pero las experiencias que luego contaban no eran agradables. Muchas de ellas se quejaban del dolor, tenían ataques de ansiedad… Todo esto a veces sin la presencia de un acompañante, lo que suponía el miedo y además la tortura. A nivel profesional, a mí no me gustaba. Los bebés también nacían algunos bastantes deprimidos o con problemas de adaptación extrauterina, meconios y distrés respiratorios. En bastantes ocasiones se les separaban para ir a neonatos durante horas.»

En definitiva, esta práctica debe acabar. Al finalizar su declaración, la Dra. Olza dijo que debía ser erradicada. Es inaceptable que se de a mujeres embarazadas un fármaco que las seda y anula su voluntad durante un proceso de tanta trascendencia vital, espiritual y física. El parto es nuestro. ¡Que nos lo devuelvan!

Francisca Fernández Guillén es abogada especializada en salud sexual y reproductiva y ha dedicado más de 18 años a denunciar la violencia obstétrica y las negligencias médicas en el parto.