Existe una máxima ética y jurídica respecto a las obligaciones de los profesionales de la salud para con los pacientes que es la de ofrecerles no la curación de la dolencia –eso no está en su mano‑ pero sí los cuidados debidos. Se la llama “obligación de medios” porque consiste precisamente en facilitar al usuario los medios disponibles según el estado de la ciencia o conocimiento científico alcanzado hasta el momento.
Esos medios o recursos son técnicos o materiales (medicamentos, instrumentos, técnicas diagnósticas y terapéuticas, equipos como quirófanos o material quirúrgico, etc.) y también humanos (personal cualificado). Es en este último aspecto en el que la atención suele ser más deficitaria.
En casi todos los procesos que llevo por negligencias en el parto oigo decir que no hay responsabilidad de los profesionales porque se utilizaron todos los medios disponibles. Por ejemplo, se indujo el parto, se usó la analgesia epidural, se administró oxitocina sintética (una hormona para acelerar o provocar el parto) se monitorizó al feto, se rompió la bolsa amniótica, se hizo la prueba de pH pinchando la calota fetal, se extrajo al bebé con ventosa, con fórceps o con ambos instrumentos, y se hizo una episiotomía (corte de la piel, músculos y fascias que rodean la vagina para acortar la fase expulsión fetal) o una cesárea. La maniobra de Kristeller no suele mencionarse por razones legales pero también forma parte del arsenal de recursos de la práctica obstétrica actual.
En la mayoría de los casos se utilizaron todos o varios de esos medios. Y como tienen un potencial lesivo alto, se producen con frecuencia resultados desafortunados que hacen que los usuarios demanden. Perplejos, los médicos y las matronas se preguntan. ¿Pero cómo? ¡Si hicimos todo lo posible! Precisamente.
Muchas veces se hace todo lo posible para acabar el parto cuando lo único que había que hacer era dar tiempo a que el proceso siguiese su curso. De este modo se priva a las mujeres y a las criaturas del medio más precioso: el tiempo, ese que no se menciona en los juicios a pesar de ser el más importante en la atención obstétrica.
La raíz etimológica del término “obstetricia” es ob stare, algo así como “presenciar”. Hace alusión a un cuidado que consiste en observar y vigilar que todo vaya bien procurando no intervenir. Ese es el arte de la obstetricia: tener la mirada atenta y las manos quietas.
Francisca Fernández Guillén
Abogada especialista en negligencias médicas