Por qué nos cuesta tanto reclamar por mala atención en el parto

Ascensión Gómez López, fisioterapeuta y matrona, especialista en lesiones de suelo pélvico, me pregunta por qué a las mujeres les cuesta tanto reclamar cuando, tras un parto en el que ha habido negligencia, sufren daños serios como la incontinencia o el dolor en las relaciones sexuales.

 

Lo que haríamos sin problemas en el caso de lesiones producidas por un accidente de tráfico: poner una demanda, denunciar o presentar una reclamación, nos cuesta enormemente cuando son resultado de una negligencia médica en el parto. Creo que tiene que ver con los estereotipos sobre nuestro rol sexual y reproductivo, según el cual convertirse en madre pasa por sufrir y sacrificarse. Según ese patrón, ser una buena madre significa dejar de lado nuestras necesidades más básicas, estar siempre preparadas para la frustración de nuestras expectativas y soportar del dolor en silencio.

También hablamos de lo asumido que tenemos la necesidad de «pedir permiso» para parir y hacer cualquier cosa durante el parto, para elegir el lugar, el momento y los profesionales que queremos que nos acompañen para dar a luz. Hacemos una reflexión y un llamamiento para que, como mujeres, nos empoderemos y preparemos para hacernos cargo de las decisiones que tomamos.